Por: Geovanna Nassar
La situación de Cali y en general la de todo el país es tensa. Recuerden que la pandemia generó una contracción económica de casi un -7%, la peor de toda la historia de Colombia, que 2.7 millones de personas pasaron de la clase media a la baja y que más del 50% del país vive de la economía informal, personas que hoy no pueden salir a trabajar. Del 50% restante, el 15% no tiene trabajo. Eso significa que tenemos a ciencia cierta más del 64% sin ocupación, pasando hambre.
opinión sobre la crisis en Colombia
Aun cuando la situación de orden público es muy delicada en todo el país, y es innegable la angustia que esto genera, se puede inferir que uno de los problemas que tiene Colombia es de puntos de vista. Normalmente, cada uno se sienta en el suyo y le cuesta mucho cambiar de lugar y ver el de los demás. Por eso, es mejor no poner en discusión la angustia de la gente en Cali, y de otras zonas, con todo y los disturbios y bloqueos que viven desde hace más de un mes; sin embargo, también hay que ver las cosas desde otro ángulo, sólo así se puede entender al otro
La desigualdad: el antecedente.
Colombia tiene una historia de desigualdad muy delicada. En Latinoamérica, es el segundo país, después de Bolivia, más desigual. De acuerdo con el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, el 1% de los grupos familiares (papá, mamá e Hijo) del país ganan más de 14 millones de pesos; el 10% gana más de 6 millones; el 70% (35 millones de Colombianos) gana máximo dos millones de pesos por grupo familiar de tres personas; y el resto, (5 millones de familias) vive con menos de 600.000 pesos. Si se ve esto en perspectiva, es más fácil de entender lo que sucede hoy en Colombia y es que la lucha del 1% por 20 días, ha sido la lucha del 80% por más de 90 años.
opinión sobre la crisis en Colombia
Viendo esto en detalle, y sacando cuentas, se puede decir que en promedio la diferencia de ingresos entre una persona del 1% frente a una persona del 89% es de 66 veces; bajo esa óptica se hace más clara la situación actual. El pueblo colombiano no recibe educación, está desempleado y la desigualdad es aterradora. Estas condiciones los llevan a la calle a protestar diferente a como tal vez lo haría el 1% y, de hecho, la historia nos demuestra que en las grandes manifestaciones del mundo el pueblo se ha hecho escuchar con piedras y sangre: Francia, Chile y Argentina son un ejemplo de ello.
La necesidad de la Reforma
Sí. Se necesita una Reforma, no hay duda de ello. Hay demasiadas necesidades que cubrir, sobre todo para educar y alimentar a la población más vulnerable. Es una lástima que la corrupción del estado y de muchos colombianos no lo hayan permitido, pero esa no es la discusión ahora.
Este desorden, este caos, esta protesta, no es por la Reforma. No. Esto viene de años atrás: luchan porque no hay trabajo, porque no hay oportunidades, porque se sienten abandonados, porque no hay salud óptima, porque les prometen y no les cumplen, porque a nadie le importa, porque Colombia se acostumbró a ver a los niños en las calles pidiendo plata, robando o matando porque no tienen más opciones.
¿Sabía que en Colombia se necesitan entre 9 y 11 generaciones para salir de la pobreza? , ¿son pobres por gusto? No se debe cerrar los ojos a la realidad de un país en el que los que tienen trabajo, casa, colegio y medicina prepagada son muy pocos (11%). Esto no es de partidos, no es de polarizar, es de abrir los ojos a la humanidad, al dolor ajeno, al hambre y la falta de educación que hacen que hoy el pueblo grite.
La falta de educación y su reflejo en la violencia
La violencia del país ha llegado a todas las esferas sociales. Se puede ver en las redes, entre los que son “educados” o han recibido educación y los que no. Aquí no se respeta la opinión del otro, al contrario, se trata de demeritar. No se respeta a la autoridad, se desafía y agrede. Y a su vez la autoridad no respeta límites, al contrario, abusa. Y sobre todo, no hay sensibilidad real por el que sufre, se le da la espalda.
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Esto ya es cultural y hay que cambiarlo. Si no se ajusta el mindset del 100% de los colombianos, y nace la verdadera solidaridad, la situación no va a mejorar. Volver a lo mismo de antes tampoco es una opción, aquí todos deben poner de su parte para, juntos, mejorar la historia del país.
La otra cara de la moneda
Ahora bien, desde el lado de la empresa privada la situación tampoco es fácil. Se vive un momento de crisis y de incertidumbre, pues la “resistencia” de muchos en la calle es la real resistencia de los miles de empresas que representan el 96% del tejido empresarial del país y que generan el 80% del trabajo. En estas cifras hay grandes, medianas y sobre todo pequeñas empresas.
Es importante recordar que Colombia vive de las pymes, las cuales, dada la situación de orden público, no sólo están perdiendo la materia prima de sus productos por los bloqueos, sino que deben reinvertir en recuperar sus negocios golpeados por el vandalismo de unos pocos. Esto, sumado a la crisis económica que ha generado la pandemia, deja al empresario en una situación muy grave.
Colombia no puede seguir así. El paro se está deslegitimizando por la crisis de orden público y por actos de civiles y fuerzas armadas que afectan tremendamente la ya precaria situación del país. Es hora de trabajar juntos y ver cómo salir del agujero en el que se metió el país entero al aceptar la informalidad como sustituto de trabajo; al convivir con el paramilitarismo como pie de fuerza alterno al ejército; cuando se le da la liga al policía para evitar la infracción; al evadir impuestos; cuando se le compra el cartón a los hijos; al archivar el robo de Reficar; cuando se convive con la doble moral; al tirar basura a las calles, abusar de los recursos naturales y, sobre todo, cuando los ciudadanos se quedan en cama en vez de salir a votar.
¿La solución?
No se puede ser tan ingenuo de pensar que va a llegar un Superman a salvarnos o que Dios nos enviará al mesías. Tampoco que como por arte de magia aparecerá el gran caudillo con ideas de centro perfecto sin historia política.
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Eso no va a pasar, el trabajo está en las manos de todos, en dejar el miedo a que todo lo que es social es comunismo y va a convertir a Colombia en Venezuela, dejar el ego, escuchar más y hablar menos, enriquecerse con las opiniones de otros en vez de sentirse amenazado por ellas, dejar de pensar que el vivo vive del bobo. Hay que subirse las mangas y empezar a cambiar, educar a los hijos para que no siga pasando lo que hoy sucede, hacer un trabajo digno y con honestidad, pagar impuestos, ayudar al que lo necesita sin estar gritándolo a los cuatro vientos, tener empatía por la diferencia y en especial, antes de juzgar cambiar de punto de vista; seguro así Colombia será capaz de ser más justa y lograr construir un país con mejores condiciones para todos.