lunes, diciembre 23, 2024
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qué se necesita para trabajar en una gran agencia

Por Borja de la Plaza, CEO de DDB Colombia.

Empecé a trabajar en publicidad a finales de 1997 en la agencia española independiente Ruiz Nicoli, para pasar poco después a Young & Rubicam, cuando las dos se fusionaron. En los dos años que antecedieron al cambio de milenio, yo no era como casi todos los ejecutivos jóvenes que se pasaban el día esperando la llamada de otra agencia para subir de cargo y remuneración más rápido.

Por el contrario, estaba enfocado en crecer de forma sostenible donde había comenzado. Sin embargo, sólo había un nombre que alteraba mi mentalidad decidida: DDB. Esa era la agencia en la que todo el mundo quería trabajar, la que hacía las campañas de las que todos hablaban y por eso yo me preguntaba a menudo qué habría que tener para que te llamaran a una entrevista.

Mi inquietud era tan grande como mi juventud, lo que me llevó a cruzar el Atlántico y descubrir otro mundo publicitario. Llegúe a Brasil a Y&R en la época de los grandes Alexandre Gama, Dualibi, Petit, Zaragoza, Washington Olivetto, Fabio Fernandes, Marcelo Serpa… y donde había uno más grande aún, Nizan Guanaes, que comandaba una agencia llamada DM9 y que estaba lanzando un portal de internet llamado IG. Al igual que en DDB en España, todo el mundo quería trabajar ahí. Era un sueño para muchos y para mí, desde aquel momento, DM9 se convirtió en una leyenda.

Durante el tiempo que trabajé en España y Brasil recibí múltiples llamadas de agencias e incluso algunos clientes, sin que ninguna de ellas me atrajera lo suficiente como para cambiar de aires. Pero seis años después de haber pisado una agencia de publicidad por primera vez, y ya viviendo en Miami, recibí esa llamada con la que tanto había soñado. Era la COO de DDB. Quería conocerme. Dos días después me senté con ella y con el Presidente. Ese día descubrí lo que había que tener para trabajar en DDB: talento y ser buen ser humano.

Pero lo que no sabía cuando me cambié la camiseta de Y&R por la de DDB era que estaba matando dos pájaros de un tiro. No sólo me unía a la marca que siempre me atrajo como un canto de sirena, sino que pronto conocería y empezaría a trabajar con la leyenda DM9, la agencia brasileña de DDB.

Nunca se me olvidará la primera vez que volé a Brasil para mi primera reunión allá. En el taxi no paraba de mirar por la ventana según me aproximaba a la dirección de la agencia: Rua Brigadeiro Luiz Antonio 5013. La emoción recorría mi cuerpo y me preguntaba si sería capaz de estar a la altura de ese monstruo de la publicidad que tanto admiraba.

Llegué. Ahí estaban las tres letras presentes, monumentales, en la entrada del edificio. Sí, del edificio, nunca había estado en una agencia que tuviera un edificio entero, de ese porte. Eso me impresionaba. La D, la M, y la 9 presidían majestuosamente la puerta.

Cuando pasé el umbral y pise la recepción, en la que estaba solo junto a la recepcionista y los leones de “Agencia del Año”, pude sentir la energía que reinaba en ese edificio. Parecía que las trescientas cincuenta personas de la agencia estuvieran juntas en ese espacio que daba paso a los elevadores, ilustrados con mensajes inspiradores.

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Compartí elevador con tres personas que no conocía. Me preguntaba quienes serían, cuáles serían sus talentos para estar ahí. Cuando se abrió la puerta me di cuenta de donde nacía tanta energía. Creatividad, movimiento, acción, velocidad, exigencia, griterío, voracidad, pasión, desenfreno, impaciencia, sed de éxito, hambre de victoria, son solo algunos de los sustantivos que vienen a mi cabeza cuando recuerdo ese momento.

Era la DM9 de Sergio, Alcir, Paulo, Alex, Monica, Cynthia y muchos otros grandes talentos que con los años se volvieron grandes amigos, así como otros muchos que vinieron después. Era una agencia imparable, monstruosa, inconformista, innovadora, arrasadora, incomparable y, por encima de todo, guerrera. Ya no estaba Nizan, que había formado el Grupo ABC, pero claramente su espíritu estaba siempre presente en el ambiente.

Ese día pasé más de 12 horas trabajando junto a esos salvajes de la publicidad. Salvajes e inspiradores. Eran las 9 de la noche y me acompañaba Alex al salir del edificio para coger el taxi que me llevaría al hotel. Cuando puse el pie en la calle, miré para atrás, observé el edificio de abajo a arriba, respiré profundo y le dije “Me siento como si hubiera salido de una lavadora, centrifugado”.

Ese día nació otro yo.

Gracias DM9.