lunes, mayo 06, 2024
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¿Pero por qué tan tajante? ¿Por qué punto y no hablemos más? Porque no hay mucho más que discutir.

Las conversaciones alrededor de las diferencias y sobre todo las preferencias entre trabajar remotamente o en presencialidad han venido siendo hasta ahora subjetivas, basadas en opiniones, en las dinámicas del mercado y en conveniencias o en ideologías.

Algunos apoyan el trabajo en casa porque, por ejemplo, tienen unas características de personalidad y unos talentos que les permiten producir sin necesidad de estar presencialmente con otros o, también por ejemplo, por su niveles de extraversión o introversión, los que están del lado opuesto de pronto necesitan tener, por su estructura de personalidad, el rigor de los horarios y los puestos fijos para poder funcionar.

Por otro lado, mientras para las compañías sea más difícil conseguir gente que conseguir empleo para las personas, la opinión de los empleados va a tener más fuerza, pero cuando la balanza se incline y sean los empleados los que necesiten más a las compañías, son estas las que van a definir qué hacer.

Desde otra perspectiva, algunos perciben el trabajo en casa como una liberación de la estructura jerárquica opresiva de las corporaciones que no van a poder seguir imponiendo sus normas y para otros, el trabajo es tan importante que no les importa ni tampoco les incomoda atravesar el tráfico inclemente todos los días, porque igual forma parte de los gajes del oficio.

Pero para las industrias creativas esta discusión se acabó desde el momento mismo en el que apareció un artículo en Nature titulado Virtual communication curbs creative idea generation.

Es ciencia pura y dura, con experimentos de campo, método y rigor, en cinco países de Europa, el Medio Este y Asia, con humanos como nosotros. Los autores, Melanie Brucks y Jonathan Levav comprueban que las videoconferencias inhiben la producción de ideas creativas.

¿Y qué hacemos con el largo viaje en Transmilenio o con que no se consigue Uber o se consigue pero la tarifa dinámica es muy alta?, ¿Y qué hacemos con "yo necesito trabajar desde la casa porque puedo lavar ropa entre semana y sacar al perro a mediodía y bañarme más tarde"? Si la suya es una industria creativa y la materia prima de su oficio son las ideas, el taxi, la ropa y el perro hay que acomodarlos, manejarlos, delegarlos y gerenciarlos en forma distinta y hay que ir al sitio de trabajo y crear con otros.

En aras del balance y la confusión, el mismo estudio comprueba que para decidir qué hacer, en cambio, no hay diferencias representativas entre el trabajo virtual y el presencial. Entonces, para crear hay que reunirse en persona.

El área gris cada uno deberá manejarla: ¿cuántos días?, ¿quiénes?, ¿cuándo? Los dejamos entonces con la frialdad y la certeza de los hechos de la ciencia, que cierran una parte de la conversación y con la puerta abierta para el resto de las decisiones.

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