«No más mentiras» es la campaña con la que han promovido la Ley de comida chatarra o etiquetado nutricional en Colombia. Esta norma fue aprobada en el Congreso y entre otras medidas establece la obligatoriedad de la información del contenido nutricional de los alimentos en los empaques de los productos, de forma clara, visible y entendible para el consumidor.
En el último año, este Proyecto de Ley se hizo visible y a través de comerciales en los medios nacionales se promovía su urgencia. Estos incluso hacían alusión a productos en específico para advertir sobre su peligro en la dieta, sobre todo de los niños y adolescentes. A continuación, algunos ejemplos:
Sin embargo, más allá de la campaña publicitaria, vale la pena analizar el contexto de lo que expone y si el etiquetado nutricional ayudaría a combatir los problemas de salud derivados de una mala alimentación. Lo anterior, en base a la adopción de esta misma norma en otros países latinoamericanos como Chile y México.
Cabe resaltar que actualmente en Colombia están vigentes normas que imponen a las compañías de alimentos y bebidas que la naturaleza del producto esté contenida en la famosa tabla nutricional. No obstante, lo que contempla la Ley de comida chatarra es que esta información sea más entendible para los consumidores. Esto implica cambiar el diseño de los empaques y etiquetas, siguiendo nuevos parámetros que advierten sobre sus riesgos. En pocas palabras, se aplica la publicidad del tabaco -que advierte sobre sus efectos en la salud- pero en los alimentos ultraprocesados o con ciertos componentes perjudiciales.
Contexto de salud del consumidor
Según Kantar, América Latina es una de las regiones con mayor crecimiento de los niveles de obesidad, especialmente en la población infantil. La investigadora de mercado señaló que, en 2019, el 7.3% de los niños menores de cinco años presentó sobrepeso. Así mismo, evidenció que seis de cada diez personas adultas (mayores de 20 años) son obesas.
En el caso colombiano, la última Encuesta de Situación Alimentaria y Nutricional -ENSIN (2015)- registró un alto consumo de alimentos procesados y ultra procesados en todos los grupos de edad. Esta incidencia se ubica por encima del 50% de la población, llegando hasta el 91.4% en algunos grupos poblacionales específicos.
Lo anterior muestra un evidente problema de salud publica frente a las enfermedades derivadas de la mala alimentación, razón por la cual se incentivó la aprobación de la ley. «Existe una fuerte presión de todos los organismos de control y supervisión internacionales a los gobiernos, buscando promover el desarrollo de políticas que reviertan dicha problemática»; comentó Vanessa Diazgranados, regional account lead de Kantar Insights Colombia.
¿Realmente influirá la Ley de comida chatarra en los hábitos alimenticios?
Esa es la gran pregunta a final de cuentas. Para intentar predecir su adopción en Colombia, Kantar entregó una serie de datos asociados con la respuesta de los consumidores a la implementación de la norma en otros países de la región. Ecuador (2014), Chile (2016) y México (2020) son los países que ya tienen trayectoria en la aplicación de la Ley.
“En México se presentó un fuerte impacto inicial por la masividad de categorías; la saturación de sellos en los anaqueles generó cuestionamientos en la opinión pública sobre la pertinencia y viabilidad de la Ley, pues no ofrece opciones de reemplazo y falla en promover la reeducación en el consumo”; expuso Diazgranados.
Por su parte, otro factor influyente es la frecuencia con la que los colombianos observan la información del producto durante su compra. Frente a esta variable, Kantar aportó cifras comparadas con México, el país latino que recientemente aplicó la norma.
«En 2019, un 13% de los colombianos leyó siempre la información de los empaques y etiquetas en el sitio de compra, frente a un 10%, correspondiente a los mexicanos; un 16% (Colombia) lo hizo de manera frecuente, frente a 13% (México); 34% lo hizo a veces en ambos países; casi nunca, un 22% en Colombia y un 20% en México; y nunca, un 16% (Colombia) y 23% (México).
«Aunque el porcentaje de consumidores colombianos que revisan las etiquetas de los productos es mayor al de otros países de la región, aún es necesaria una mayor consciencia y pedagogía al respecto”, opinó Diazgranados.
¿Qué se espera para Colombia?
De acuerdo con los hallazgos de Kantar Insights y Kantar Worldpanel, es un mito que los hogares dejen de comprar categorías o productos por su contenido nutricional, a pesar de tener sellos visibles sobre esto. «Si bien en un primer periodo la presencia de sellos genera un impacto en los shoppers, estos eventualmente vuelven a comprarlos a medida que se acostumbran a estas advertencias», aseguraron dese la investigadora.
Adicionalmente, revelaron que la reformulación no es el camino indicado para evitar evadir la norma. «Hemos visto ejemplos de diferentes productos, en otros países, que cambian su fórmula para evitar sellos, pero esto termina generando el rechazo de sus compradores».
Sin embargo, la firma investigadora si sostuvo que los hogares están más dispuestos a probar segmentos saludables sin sellos. Estas nuevas líneas de producto pueden ayudar a los fabricantes a aumentar el gasto de los shoppers de forma incremental.