miércoles, julio 03, 2024

Querido y gentil lector, esta escritora se complace en escribir sobre una sociedad sucumbida en la melancolía del ayer. Tanto que una serie de época como Bridger… si, esa misma que leíste en tu mente, ha captado la atención de todos (me incluyo) a pesar de conocer el final de la historia.

Sí, porque estamos todos claros en que aquí la historia no es la protagonista, y aunque quisiera venir a hablar de chismes como Lady Whistledown, vengo a hablarte del branding que encierra esta serie y lo que en la web se ha catalogado como el "Bridgerton Effect". Este término describe el fenómeno del gran interés por la serie y su impacto en la moda, el diseño, la música y la cultura popular.

Hay un dicho entre las abuelas que reza “así como lo ven a uno, así lo tratan”. Aunque me parece despectivo, encaja completamente con el efecto Bridgerton, ya que es de las pocas veces que la audiencia considera que la producción audiovisual supera a la producción literaria, debido a lo hermoso que se ve todo en este universo. Es una mezcla perfecta entre lo estético y lo coqueto. El decorado, los vestidos, los paisajes, los bailes, los peinados extravagantes, y ni hablar del elenco; así que sí, aquí no hablamos de la calidad del producto (una historia lineal) sino de lo lindo del empaque.

Realmente, esta autora no tiene intención de decepcionarlos, pero en la época del Regency (1811-1820) claramente no existían maquillajes como los presentados en la serie. Además, aún no se escuchaban "Happier Than Ever" de Billie Eilish ni "Diamonds" de Rihanna. Sin embargo, con este guiño a la cultura pop, le dan directo al corazón a generaciones (millennials y Gen Z) que buscan experiencias auténticas. Lo vintage les ofrece una conexión con el pasado, con objetos e historias no contaminadas por la cultura digital; el galanteo a la antigua, las costumbres, las normas sociales distintas y distantes a las de hoy día, pero que al final conectan con la forma más humana de expresión: las emociones.

Bridgerton
IG de Bridgerton

Ni hablar de que el hilo conductor de la historia sea descubrir la identidad de una misteriosa escritora que comenta chismes sobre la sociedad, que los observa y es además uno de ellos. Esto emula la lucha de las mujeres por ser algo más que esposas. Lo que es un sueño imposible para Penélope también lo es para muchas hoy: ¿escribir? No, ser escuchadas. Alzar la voz muy alto y expresar lo que quieren sin temor a ser juzgadas. Cuánto en común hay entre ella y muchas otras.

Netflix, quien es el verdadero protagonista en esta historia de branding, conoce al dedillo a su consumidor: qué quiere, cómo lo quiere, e inclusive cuánto tiempo lo puede hacer esperar por el final de una temporada. Aunque ya sabíamos cómo terminaba, aun así la esperábamos. De hecho, no por nada Bridgerton fue la serie más vista de Netflix en 2020, superando a otras como "The Witcher" y "The Queen's Gambit". La segunda temporada también fue un éxito rotundo y ya sabemos lo que ha pasado con la tercera. Sí, le debemos estas ojeras al tío Netflix y su costumbre de ponernos a maratonear, pero ¿quién no lo haría si un grupo de adolescentes estaba buscando parejas para casarse y, además, tenía títulos de realeza? Ah, y la inclusión grita por doquier en esta sociedad ambientada en la época del Regency pero con permisos exquisitos que le dan una mezcla icónica (léelo "aiconic") si no quieres que la reina Charlotte te prohíba ir al próximo baile de la temporada.

Lo sé, queridos lectores, Netflix los ha estado observando. De hecho, creo que él es la verdadera Lady Whistledown y nosotros su diamante. Es más, me atrevo a decir que las marcas que quieran ser elegidas como el diamante de esta temporada deberían saber más o menos los mismos datos que Netflix sabe sobre sus consumidores. Sabe que las historias de época pueden ser un escape a otras épocas, con sus propias reglas, valores y dramas. Esto puede ser especialmente atractivo para generaciones que se enfrentan a una realidad con muchos desafíos. ¡Ajá! Las nuestras, que para quienes no pertenecen a ellas, los ubico temporalmente: podemos ser sus hijos treintañeros, nietos adolescentes o de veinte tantos años o, peor aún, sus consumidores. ¡Ups! Perdidos en un limbo emocional entre lo humano y lo digital, ya que los millennials crecieron en la era digital, mientras que la generación Z nació en ella. La nostalgia por una época anterior a su propia experiencia es, en efecto, un completo atractivo.

Por lo anterior, el estilo vintage ha tenido un fuerte impacto en la moda, la música y la literatura de los últimos años, con la reaparición de tendencias de décadas pasadas. Tendencia en la cual grandes marcas se han subido, como Adidas con su modelo “Samba”, diseñado originalmente para futbolistas en los años 50, o su competencia Nike con el modelo “Nike Air Jordan 1” lanzado en 1982. Ambos productos son populares y están en tendencia hoy en 2024. Pero, ¿por qué? Por la conexión emocional, claro que esto no quiere decir que nos volvamos una tienda de antigüedades, solo que la adaptación de un producto a la audiencia actual es lo que hace a las marcas sostenibles en el tiempo. Por ejemplo, Bridgerton muestra que se pueden mezclar elementos de la época del Regency con un estilo moderno y atractivo, haciendo que el contenido sea relevante para una audiencia contemporánea.

En resumidas cuentas, el consumidor actual tiene un especial gusto hacia la estética, el detalle, lo hecho a mano, lo que tiene una historia (storytelling), lo que es humano. Puesto que en un mundo de IA y tecnología por doquier, las marcas más humanas serán las que terminen siendo no solo consumidas, sino también amadas por esta nueva audiencia que busca experiencias reales y memorables, con las que pueda conectar o, mejor aún, con las que pueda sentirse identificado.

Mi mamá siempre dice que “las modas van y vienen”, pero creo que esto se debe a que todos en algún momento sentimos nostalgia del pasado y recordarlo nos ayuda a encontrar identidad en el presente, dándonos herramientas para construir el futuro. Esta autora se despide solicitando permiso para concluir diciéndoles a los creadores de marcas, branding, eslóganes o estrategias digitales que, sin importar el espacio histórico o el tipo de sociedad, siempre estará de moda o en tendencia ser humanos.

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