miércoles, octubre 23, 2024
Liliana Fernández

En la era del video corto, en la que la atención se esfuma en segundos, es crucial captar al espectador y, desde el inicio, destacar sobre todos aquellos creadores de contenido que este mes estarán hablando del mismo tema. Hoy en día, vemos con sorpresa cómo algunos funcionarios públicos son noticia no por su gestión, sino por sus ocurrencias en TikTok. Pareciera que el impacto se mide en likes y seguidores, y no en acciones concretas que generen verdadero valor.

Debatible o no, estamos en un momento donde expertos, gurús y estrategas solo hablan de datos, de dashboards y de cómo un número puede ser el indicador deseado para sentir que se logró el objetivo. Y es que, en un mundo frenético donde los datos son llamados el nuevo petróleo, es fácil entrar en la dinámica de medir el valor de los líderes y las empresas únicamente por su huella digital. Un reciente ranking, bastante ambicioso, decretaba el fin de las opiniones, las percepciones y las intuiciones, coronando al Big Data como rey absoluto. Entonces, y según esta visión, ¿solo aquellos líderes que se sumergen en el océano de datos pueden generar un impacto real? Resulta bastante irónico que, al mismo tiempo, se les invite a los líderes a estar "conectados con la realidad". Algo no cuadra en la ecuación.

Como todo lo relacionado con las percepciones, la reputación y la generación de información, este enfoque es debatible. ¿Podemos menospreciar el valor de aquellos líderes que, por decisión propia o por circunstancias particulares, prefieren no exhibirse en el escaparate digital? ¿Es justo ignorar a quienes ejercen su liderazgo en otras esferas, como las relaciones interpersonales o la construcción de un legado más allá de lo cuantitativamente medible?

Si bien es cierto que la sombra digital es una realidad, no podemos olvidar que los datos, por sí solos, no lo son todo. Detrás de cada cifra y de cada estadística, debe existir un criterio humano, un análisis profesional que le otorgue sentido y contexto. Solo imaginemos un diagnóstico médico basado únicamente en datos, sin la intervención de un profesional que examine, interprete y, sobre todo, humanice la información al paciente.

Del mismo modo, ¿cómo se puede asegurar que una empresa o líder está comprometido con la sostenibilidad solo por la foto de alguna actividad aislada acompañada del hashtag #sostenibilidad? Por supuesto que no.

En definitiva, si bien los datos son una herramienta poderosa, no podemos permitir que nos cieguen. El valor de los líderes y las empresas se construye a partir de múltiples factores, tanto tangibles como intangibles. La experiencia, la integridad, la capacidad de conectar con otros seres humanos, la pasión por lo que se hace… todos estos elementos, que no siempre se pueden cuantificar, son igual o mucho más importantes.

Los aspectos que generan valor van mucho más allá de los datos. La generación de valor de un líder o empresa no se mide por la cantidad de "chachara" digital que ha dejado dispersa en diferentes canales y redes el último año, sino por las emociones que despierta, por el valor que representa para las personas, por su capacidad de conectar con ellas a un nivel auténtico.

La reputación es un activo intangible que se construye con el tiempo, a través del posicionamiento, la valoración de los atributos y la lealtad que las personas otorgan. El valor de una marca personal, líder o compañía, es el "as bajo la manga" que permite trascender lo efímero y conectar con la esencia misma de sus audiencias. ¿Y cómo construir entonces ese valor de marca? A través de verdaderos actos diferenciales que logren que las audiencias valoren y que hagan que los prefiera sobre otros líderes o marcas con atributos similares.

Personalmente, siempre he dicho que la verdadera magia sucede cuando se unen lo mejor de dos mundos, de la integración de los opuestos: creatividad + lógica, socialización + análisis, intuición + datos, y para ejemplificarlo en un caso, está NU y su líder referente, David Vélez, que es justamente el mejor ejemplo del trascender del análisis frío de datos para generar un valor real para sus audiencias, clientes y aliados. Esa es la clave para llegar a la cima de cualquier ranking.

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