lunes, febrero 24, 2025
Intel

Mateo tiene cuatro años. Nació dos semanas antes de que el COVID-19 nos encerrara a todos y nunca ha usado un control remoto. Para él, la televisión es solo una pantalla más que debería responder al tacto, igual que el celular que usa para ver videos. Cuando las caricaturas que aparecen en la pantalla grande se detienen, no busca un control ni pregunta cómo cambiar de canal: simplemente se acerca y desliza su dedo sobre la pantalla. Nada pasa. Lo intenta de nuevo, frunce el ceño y dice: “Mami, se dañó”. Está convencido de que algo en el televisor está mal y no se le ocurre que pueda ser de otra forma.

Esa es la realidad de la Generación Alfa. Los nacidos después de 2010 no recuerdan un mundo sin asistentes de voz, sin inteligencia artificial y sin contenido personalizado. Mientras la Generación Z –aquellos nacidos entre mediados de los noventa hasta 2009– creció con la digitalización y se adaptó a ella, los Alfa ya nacieron en ella. Son nativos digitales en el sentido más puro: no necesitan aprender a usar la tecnología porque la tecnología, en muchos casos, se ha diseñado para anticiparse a ellos. De hecho, diversos estudios revelan que esta conexión digital los sitúa como la generación más conectada a escala global hasta el momento.

Un reporte elaborado por la compañía de comunicación omnicanal Infobip arrojó que el 46% de los menores de 6 a 11 años ya posee una cuenta activa en una red social. Así mismo, menciona que el 32% disfruta navegando por un feed de una red social y enviando mensajes activamente todos los días.

Un juguete que no interactúa con ellos pierde rápidamente el interés. Un producto que no se adapta a sus valores –como el cambio climático o la inclusión– queda fuera de su radar. Son, además, usuarios activos de la inteligencia artificial desde edades tempranas, interactuando con asistentes virtuales y sistemas de recomendación antes incluso de saber leer.

Tan solo pensemos que, cuando nacieron, ni siquiera sabían hablar y ya apareció Siri, seguida de otros asistentes. Ahora, el 25% de los niños interactúa a diario con Alexa o con otros altavoces inteligentes, según el informe de Infobip. Además, ni siquiera han llegado a su mayoría de edad y ya han sido testigos de la masificación de la IA. ChatGPT arrasó con innovaciones del pasado, como el teléfono o redes como X (antes Twitter), que alcanzó los 100 millones de usuarios después de más de 5 años. En cambio, ChatGPT acumuló 57 millones de usuarios activos mensuales en su primer mes, superando los 100 millones en enero de 2023, según datos recopilados por la firma suiza UBS.

Entendiendo a la Generación Alfa

Este contexto, precisamente, marca un punto de inflexión en la industria tecnológica en el que las marcas enfrentan un reto clave: entender y responder a esta nueva generación de consumidores que no solo exige inmediatez e interactividad, sino además tiene una conciencia mucho más desarrollada sobre temas como la sostenibilidad, la diversidad y la inclusión.

Para las empresas tecnológicas, el desafío es grande. No se trata solo de desarrollar productos más intuitivos, sino de comprender la mentalidad de una generación que ve el mundo a través de una pantalla interactiva.

Hoy, por ejemplo, los PC tradicionales están quedando atrás. La línea entre un computador, una tablet y un celular es cada vez más difusa, y los fabricantes lo saben. Según Samsung, el 75% de los consumidores considera que los móviles con pantalla flexible son el futuro, una señal clara de que la interacción táctil domina el presente. Lenovo, HP y otros fabricantes han apostado por esta evolución para responder a una generación que creció deslizando y tocando pantallas en lugar de usar teclados y ratones.

Estos mismos fabricantes, junto con otros actores clave, también han convertido la inteligencia artificial en el corazón de sus dispositivos. Ya no se trata solo de procesadores más rápidos, sino de máquinas que aprenden y se anticipan. Los computadores hoy tienen su ‘cerebro’ cada vez más inteligente, con procesadores que aprenden a velocidades alarmantes, como en el caso de los desarrollados por Intel. A su vez, vemos otras tecnologías como Apple Intelligence, ChatGPT, Copilot y Gemini (la lista sigue creciendo) que no solo crecen en usuarios, sino en funcionalidad: ahora comprenden el contexto, sugieren, crean y optimizan.

Si lo llevamos al día a día, basta con mirar los hogares modernos: electrodomésticos con pantallas conectadas que pueden controlarse desde el celular, refrigeradores táctiles, hornos inteligentes y aspiradoras autónomas que aprenden del mismo entorno ya son una realidad. Incluso la domótica –presente ya hace mucho, pero que hace hoy mayor sentido frente a escenarios cada vez más conectados– permite gestionar las casas con facilidad: luces, sonido, sensores, alarmas y más, todo con un solo clic o un comando de voz.

Y ni qué decir de las conexiones móviles, que con el 5G en los años recientes han tenido un crecimiento notable. En el tercer trimestre de 2024, las conexiones globales de 5G superaron los 2.000 millones, con un crecimiento interanual del 48%, según datos de 5G Americas y Omdia. Para el 2025, el Instituto Federal de Telecomunicaciones proyecta que esta tecnología representará el 21% de las conexiones móviles a nivel mundial.

Todo este contexto apunta a una industria tecnológica mucho más afín a esas nuevas generaciones. Son fabricantes que piensan en la utilidad de sus invenciones y a la vez en la huella de carbono, con empaques más sostenibles y una cadena de reciclaje más amplia para integrar los equipos en el posconsumo y que el impacto en el medio ambiente sea menor.

Con las expectativas de esos niños jóvenes, el mundo tiende a cambiar. Quienes entiendan su lógica y sus expectativas podrán liderar la transformación digital que ya está en marcha. Quienes no, corren el riesgo de volverse irrelevantes para los consumidores del futuro. Y ese futuro, como lo demuestra Mateo al deslizar su dedo sobre la pantalla del televisor, ya está aquí.

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AnaM
Laura
Jaime