Durante los últimos años todos los que trabajamos en comunicación o estamos interesados en el tema hemos escuchado hasta el hartazgo que en nuestra disciplina es muy importante generar conversaciones y diálogos, porque a partir de ellos podemos, en una comunicación bidireccional con los públicos objetivos, contribuir al posicionamiento de nuestra marca o empresa.
Este fenómeno paralelamente también ocurría en el mundo de la Comunicación Política, donde muchos de los mandatarios actuales construyeron sus carreras ascendentes, que los llevaron hasta su lugar actual, a través de la generación de conversaciones en redes sociales y diferentes ámbitos que los hicieron populares.
Ahora bien, si advertimos lo que viene aconteciendo en los últimos meses con los líderes sociales y políticos, notaremos que el diálogo le está dejando su espacio al monólogo de visión única que no acepta discrepancia o contrapunto. Los discursos que hemos escuchado en el Foro de Davos hace algunos días y los posteos en redes sociales y las entrevistas en medios de comunicación de varios mandatarios y figuras públicas de las últimas semanas nos empiezan a demostrar que el diálogo entre partes es cada vez más difícil.
Si a esto le sumamos el intercambio a través de redes entre el presidente Gustavo Petro y el presidente Donald Trump sobre el destino y el tratamiento de los deportados colombianos, el cual pudo haber traído consecuencias políticas muy graves para el país, nos damos cuenta de que, si seguimos de esta manera, el futuro no es muy prometedor.
En estos ámbitos parece que la comunicación hoy sólo se centra en fijar una posición (muchas veces de una manera violenta y desmedida) sin el menor interés en generar una conversación o consenso con el que tiene otra postura o, incluso, una visión más matizada. Los mensajes son cada vez más “cargados” y agresivos promoviendo impacto entre los que los reciben, pero sin ninguna posibilidad de un intercambio racional con el interlocutor.
En el diálogo, generalmente, dos o más personas intercambian conceptos u opiniones para intentar llegar a un entendimiento o punto en común sobre cualquier tema. En estos últimos días sólo vimos discursos, posteos y entrevistas que no buscan ningún entendimiento. Sólo buscan generar posición, dar pautas o amenazar a aquellos que piensen distinto o tengan un punto de vista particular.
Demás está decir que este fenómeno no es propiedad de un determinado grupo político o de personas con una visión en común del mundo. Si bien hay ciertos sectores que lo exacerban y que las figuras públicas que hoy tiene funciones ejecutivas lo alimentan, desde todos los sectores, las ideologías y las funciones se están generando este tipo de discursos “únicos” desprovistos de cualquier posibilidad de contradicción.
A partir de lo expresado más arriba, creo que es momento de pensar cuál es la razón que genera este tipo de comportamientos, qué buscamos como sociedad ante ellos y cómo podemos “retroceder dos pasos” para volver a creer en el consenso y en la construcción colectiva de un futuro mejor.
Si bien, este fenómeno conocido como “diplomacia de micrófono” o “batalla cultural” (en donde las cosas que se dicen no son 100% verdad y están dirigidas a fidelizar a los del mismo bando) no debemos olvidarnos de que la comunicación muchas veces anticipa la acción. Lo hemos visto y vivido en varios momentos de la historia y de una manera no muy feliz.
Debemos volver a comunicar pensando en el otro, en su respuesta y en el diálogo porque si no estamos corriendo el enorme riesgo de cada día ser un poco menos civilizados. De ninguna manera es posible seguir en este camino ya que, quizás (esperemos que no) si continuamos con esta escalada, podemos tener consecuencias que hoy no alcanzamos a imaginar. En Colombia este domingo, hemos podido tomar un poco de esta medicina y no ha sido para nada agradable.
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