jueves, noviembre 21, 2024

Nos pasó lo mismo con las redes sociales. Quienes iniciamos nuestra carrera en el boom del alcance orgánico, nos malacostumbramos a lograr alcances enormes sin invertir un peso más allá del sueldo de nuestro Community Manager.

Fueron tiempos dorados, hasta que llegó el comienzo del fin. Cada año veíamos cómo el alcance orgánico caía a 10, 5 y hasta 2% de nuestra base total de seguidores. Los Zuckerberg's que controlan el algoritmo nos estaban dando a entender que las marcas teníamos que invertir en sus plataformas de anuncios… ¡y con justa razón! ¿Acaso podemos ir donde un canal de TV con nuestro anuncio (por más hermoso que sea) y esperar que lo transmitan gratis? Además, a cambio de nuestra inversión las redes nos abrieron un mar de posibilidades en cuanto a segmentación, a partir de los datos y comportamientos que recogieron de nosotros a través de los años. Hoy, el paid media es un must y lo utilizamos con gusto y sin (o con poco) reclamo.

Los influencers son un medio (y no es alternativo)

De la misma manera, tenemos que empezar a entender al influencer como un canal más dentro de nuestra estrategia de difusión. Un canal que, como el resto, requiere inversión. Según el IAB, la industria del marketing de influencia en Colombia generó US$17,8 millones y creció 78 % en 2021 vs. 2020. Esto posiciona a la industria como el segundo canal digital de mayor crecimiento. Asimismo, el 93% de marketeros ha utilizado este medio en sus campañas. Si existe una verdad universal, es que cuando algo deja de ser underground y se vuelve mainstream… lo más probable es que te costará un billete.

La profesionalización del influencer marketing (¡Gracias a Dios!)

Una de las complicaciones más grandes que tiene el marketing de influencia a día de hoy es la informalidad. Como anunciantes, necesitamos rendición de cuentas claras, algo que solo se logra a través de la profesionalización (y por ende el pago) de un servicio.

También crecen las agencias de Marketing de Influencia (un 26% en el 2021), ayudando a sumar a la profesionalización del servicio tanto desde el lado administrativo como desde la instauración de procesos y herramientas que facilitan cada vez más el conectar a marcas con validadores en sus comunidades.

La profesionalización también se extiende a los perfiles que ahora se dedican, con mucho éxito, al marketing de influencia. Emprendedores, artistas, educadores y hasta doctores con 8 años de estudios en medicina nos hacen romper el estereotipo del influencer sin oficio a quien podemos persuadir con una muestra gratis de producto. El trabajo, el talento y la profesión, debe ser remunerada.

Exige tu ROI (las siglas favoritas de quien te aprueba el presupuesto)

Como siempre, está el ansiado retorno. Al invertir en marketing de influencia tenemos mayor palanca para exigir un retorno sobre nuestra inversión. Un retorno que alcanza los USD $8 por cada USD $1 invertido, según las últimas mediciones.

Influencers en el Metaverso (nativos, no migrantes)

Finalmente, no podíamos dejar de hablar de la nueva tendencia de influencers virtuales. Así como el chatbot entró a suplir la necesidad de contar con un encargado de atención al cliente 24/7, las agencias de marketing de influencia vienen desarrollando AIs que emulan a los influencers de lifestyle y que ya lideran grandes comunidades en las redes. El influencer generado por gráficos e inteligencia artificial representa una opción segura, controlada e innovadora para que las marcas lleguen a sus consumidores… por un precio, por supuesto. ¡El desarrollo del AI y el mantenimiento de sus servidores no se pagan solos!

Es posible que ya estemos llegando al fin de la “era del canje”, pero con ello se abre un nuevo mundo de posibilidades. Menos informalidad, más profesionalismo y mayor retorno son algunos de los beneficios que esperamos a cambio de esa migración al modo pago. Si logramos dejar las películas pirata y empezamos a pagar suscripciones en tres plataformas de streaming al tiempo, pagar por una campaña de influencers será aún menos traumático.

Stefanie Klinge
Miguel Dallos