Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas ONU, un tercio de la comida que se produce anualmente no se consume, lo que implica la pérdida y el desperdicio de mil millones de toneladas de alimentos. ¿Se está combatiendo esto?
Aunque el hambre es todavía uno de los desafíos más urgentes del mundo moderno, se producen demasiados alimentos que no encuentran adecuados canales de distribución en el planeta. Evidentemente, la cifra sintetiza las múltiples variables y retos que plantea el análisis del futuro en el tema de alimentos.
Uno de los problemas se relaciona con el aumento de la población mundial. Tan solo en el 2030, se estima que la población global será de 8.3 mil millones de personas. Para alimentarlas, se necesitará producir 50 % más comida y 30 % más agua que la tasa actual. Por eso, es prioridad afrontar este reto y aportar desde la ciencia para mejorar la vida de las personas y construir un mejor panorama.
Otro de los problemas es la gran cantidad de comida que se desperdicia. Del total de alimentos cosechados en un año, se pierden 1.3 mil millones de toneladas por dejarlos vencer. Reducir y evitar el desperdicio es una medida urgente para el sostenimiento de nuevas generaciones.
¿Toneladas de acciones para toneladas de alimentos?
Aunque hay varias propuestas por parte de las empresas, las innovaciones y los desarrollos desde la industria no son suficientes. Primero, es fundamental un cambio de consciencia a la hora de consumir alimentos y de desechar sus empaques.
Es clave el aporte individual y colectivo para la creación de un futuro sostenible y económicamente viable. Constantemente, la industria deberá buscar mejores soluciones para alimentos y, por ejemplo, crear empaques innovadores que faciliten la vida de las personas.
De acuerdo con Yasmin Gómez, líder de la cadena de valor de alimentos para Dow en la Región Andina, ese es precisamente uno de los aportes en la cadena de alimentos, el desarrollo de empaques que conserven los alimentos frescos por más tiempo, mantengan su aroma y sabor original y brinden mayor protección durante el transporte. De esta forma, toneladas de alimentos no perecerán pronto, se conservaran y así se reduce la probabilidad de que se desperdicien.
Por otro lado, se utiliza menos material y energía para producción. Además, al ser reciclables, pueden ser utilizados en obras y de esta manera cerrar su ciclo de forma responsable.
“Un ejemplo de lo útil que son estos empaques. El pepino se mantiene fresco en un supermercado por tres días, en un empaque lo hace hasta por 14 días. Con este tiempo extra es menos probable que el alimento termine por vencerse”, explica Gómez.
Además, se recomienda utilizar el plástico en el post-consumo. Este material tiene muchas vidas, para esto se debe invertir en comunicación y concientización a la población en general.