Sesgo de optimismo. Las escandalosas violaciones de las normas de distanciamiento social con las fiestas clandestinas, el famoso viernes COVID y la resistencia de las personas a usar el tapabocas en la calle, que se despliegan una y otra vez en las noticias, no parecen terminar pronto.
Es evidente que la desobediencia no se debe al desconocimiento de las indicaciones para protegerse, pues las alcaldías, el gobierno y miles de marcas han hecho esfuerzos enormes por educar a las personas y las encuestas demuestran que la gente sabe cuáles son las precauciones. ¿Entonces, qué impide que la gente cumpla las normas?
Encontré una posible respuesta en las premisas de la economía conductual, o más conocida como behavioral economics, una ciencia que combina los principios de la economía, la psicología y la toma de decisiones para comprender el comportamiento humano, partiendo de la base de que no todas las decisiones que se toman son “racionales”[1].
Una de las premisas afirma que la mayoría de las personas padece de un “sesgo de optimismo: la creencia equivocada de que su probabilidad de experimentar eventos negativos es menor y que sus probabilidades de experimentar eventos positivos son más altas que las de sus pares”[2]. Este sesgo hace que las personas crean que es poco probable que algo malo les suceda, y más probable que les suceda algo bueno, aun en contra de la realidad.
Las personas creen que van a vivir más que la mayoría, que sus hijos son más inteligentes que el promedio, cuando en realidad la gente no tiende a tener un desempeño superior al promedio en todas las dimensiones de su vida. Este sesgo hace que la gente incurra en comportamientos arriesgados, como no ir a un chequeo médico, no usar el cinturón de seguridad o, en este momento, no usar el tapabocas, aun cuando sepa que no hacerlo tiene efectos negativos.
«El sesgo de optimismo hace que la gente incurra en prácticas arriesgadas, como no usar el tapabocas»
¿Cómo se maneja el sesgo de optimismo? Las investigaciones muestran que el conocimiento no juega un rol fundamental. En el caso del cigarrillo, se ha evidenciado que aun cuando las personas saben que pueden morir por fumar, creen que las demás lo harán, pero ellas no.
En cambio, sí se ha visto que la gente tiende a sentir menos el sesgo de optimismo frente a temas que personas muy cercanas han experimentado. Por ejemplo, la gente creerá que sí es posible contagiarse de COVID cuando alguien cercano a ella lo haga y ahí probablemente sí tienda a seguir las recomendaciones. Solo cuando ya tiene evidencias muy cercanas, el sesgo de optimismo disminuye y se da cuenta de lo expuesta que puede estar a la enfermedad. Esto probablemente aumentará en la medida en que los casos crezcan y la distancia con el virus se acorta.
Sea cual sea la explicación, esta pandemia pone de relieve las complicadas formas en las que opera la mente humana y demuestra los sesgos con los cuales las personas toman decisiones. Esas decisiones impactan directamente no solo su salud sino la de las personas más cercanas.
[1] Francesca Gino (October 2017). The rise of behavioral economics and its influence in organizations. Harvard Business Review, HBR. www.hbr.org/2017/10/the-rise-of-behavioral-economics-and-its-influence-on-organizations
[2] Kendra Cherry (May 2020). Understanding the optimism bias. https://www.verywellmind.com/what-is-the-optimism-bias-2795031